miércoles, enero 24, 2007

Inmersion...


Dejar el agua correr, sumergirse, quitarse de encima el cansancio y el polvo, la transpiración que nos provoca vivir, correr, buscar, buscar, siempre buscar, el momento que le sigue a este, perderse, andar a tientas, sentir este vacío, esta necesidad de llegar, permanecer entre el contenido y el continente, volver, siempre estar de vuelta, de ningún lugar, hacia ninguna parte en especial, fluir, flotar, ser agua en el agua, tierra en la tierra y un incendio que se apaga con fuego...
Mirarte a los ojos tal vez, decirte las palabras exactas, encontrar las llaves que abren tu mundo, proponerte empezarlo todo de nuevo, más despacio, como si el tiempo no existiera, como si el futuro fuera hoy, ahora, tomarte de la mano y saber que no vamos a soltarnos esta vez, regalarnos la fuerza y la templanza, entregarnos a la pasión y la pureza...
Limpiarte las heridas, lavar toda esta miseria humana que nos queda sin dejar rastro, abrazarnos como si nada hubiera pasado, abrazarnos hasta perder el sentido de lo ajeno, contruir un nosotros verdadero, nacer de nuevo en este cuerpo tuyo, mío, nuestro, enormes, pequeños, inocentes de todo ayer, ignorantes de un mañana, todo ahora, todo palpitar a cada instante, con la consciencia en paz y el amor como frontera inquebrantable...
Hablarte sin prisas, sin preguntas, sin respuestas, solo hablarte para escuhar tu voz y sernos francos, directos, certeros, sin miedo a herirnos, sin coartarnos el sentirnos vivos, sin ponernos etiquetas, disfrutar el tenernos cerca, acompañarnos, apoyarnos, protegernos, sabernos ver, mostrarnos sin vegüenzas, sin escudos, sin defensas innecesarias, conocernos, encontrarnos a nosotros mismos en el otro...
Tocarte sin prejuicios, sin ideas mal paridas, sentirnos la piel como piel, las caricias como caricias, los sentidos como vehículos que nos transpotan más allá de los límites del cuerpo, dejarnos llevar de sensación a sentimiento, desterrarnos el dolor con besos, sentirnos uno amándose a sí mismo...
Desconocer la violencia y el peligro por completo, no saber más soledad que la que existe cuando estamos juntos, tanto que no hay mayor bien por desear que desearnos los que somos, en absoluta libertad de sentir, de gozar, de reir, de amar, de soñar...


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lunes, enero 22, 2007

Ella no supo decir no...



El tráfico de las avenidas, las copas, los amaneceres conversados, las huídas a destiempo, la adrenalina, las noches de insomnio, los bares, las luces parpadeantes desde la esquina más remota de una cuidad ajena, el destierro del hogar, los negocios, los zapatos con cartera, las medias de seda negra, el almanaque en la vispera de deshojar la última fecha y el sótano del anteúltimo acto fallido ignorando la procesión, bailando con mi soledad y la tuya, como un continente virgen e irresponsable.Los acordes a mis espaldas, la guitarra debajo de mi misma, el humo, cerveza caliente dejando latas sin vaciar, la cárcel de mis venas anesteciadas atadas al enriedo de tus manos en las cuerdas, el destino teje sus cadenas de hierro con pedazos de sueños que quedan atrapados más allá del silencio ante un desconocido porvenir.
El sigilo de una gata en celo haciendo equilibrio por tejados resbaladizos desatando instintos, el olor del miedo ignorado cruzando al lado que te vuelve visible, los ojos atentos a cada gesto desde la penumbra y la ceguera de los focos apuntándote, como armas de calibres insospechados que te obligan brillar por ti mismo, tus manos como imanes y la forma que dibuja tu cuello cuando agachas la cabeza, la distancia infranqueable que se abre en tu entorno más cercano, el fin de acto sin telones.
Tu nombre y el mío pronunciado por bocas ajenas, el combustible y los semáforos, las frases hechas, la tanjente de las ventanillas, las palabras como flechas que se esquivan, las llaves en la mano, el ascensor al segundo piso, los portarretratos que te dicen aquello que no preguntarías y esa sensación de sobra en los vasos que se apuran a festejar un encuentro casual que parece premeditado y sin embargo nadie había pensado todavía.El piano desde el rincón que preside, cómplice de la sordera de mis dedos ejecutando notas ignorables, tu falta de fe y mi pragmatismo absurdo, no contabas con mis caprichosas tentaciones a esas alturas, mis letras y tus melodías en opiniones que intentan pesar de más y sin embargo subestiman, los minutos que pasan como gotas de mercurio en un termómetro que se niega a trabajar, las despedidas de dos en dos y nuestras soledades juntas que no se duplican.
Tus pocas articulaciones vocales y esa sensación de obligada ceremonia, incomodidades impronunciables entre confesiones ignoradas y tus manos como blanco irresistible a mi mirada, una y otra vez, el futuro inmediato asesinando suposiciones tramadas entorno de un nosotros perecedero sin permiso alguno de nuestras voluntades y una promesa tácita de perdurar más allá de un amanecer que quebró el hechizo antes de que el tiempo nos de la chance de romperlo por nosotros mismos, inocencias casuales.
Un hasta luego sin anzuelos y los días como el caudal de un río que nos arrastró a la misma orilla, un prólogo bajo un nombre nunca escuchado y yo pidiendo la cabeza que lo había perpetrado como quien apunta a un desconocido impune de un crimen imaginado, un timbre a deshora y los dos sin saber que poco espacio nos separaba en un lugar tan grande como las espectativas de un niño indeciso en una juguetería del centro, ahogados en realidades tan distintas como parecidas, perdidos en el lugar equivocado.
Una emboscada más y dos desencuentros, llegaste cuando me dormí cansada de esperarte y al tercer día nos volvimos a encontrar negados a vernos todavía, los días como preludios inevitables y las noches como hogueras sin combustible, ahogaba tu mudez con palabras demás y las rescataba con un verso certero, buscando en tu mirada una aprobación que no quería en realidad, cuentos oscuros y velas consumidas, vampiros abstemios de sangre con colmillos desgastados por el desuso.Tiempo fuera buscando una salida, el aire agitado empujándonos al centro mismo sin remedio y el terror a chocar de frente nos mantenía tan alejados como el cuerpo diera, como elásticos tensados por demás, idas y venidas a velocidades reprobables y reprobadas con conocimiento de causa previo, intencionalidades buscadas, inmoralidades alevosas nunca cometidas pero deseadas en voz alta, intentos de fuga de común acuerdo, un libreto clase B para una pelicula de culto incomprendida sin público.
Y una noche de las tantas sucedidas, como cinta acelerada, por excesos y dosajes prohíbitivos, tus manos otra vez, tus manos y mi mirada esclavizada a ellas por mucha resistencia que opusiera, no le di la espalda a tu guitarra entónces, dos sentidos alertas, una trampa perfecta y yo como cómplice de mi propia condena, entónces supe porque no quería hacerlo, pero ya era tarde, como siempre se hace tarde para volver, aunque nunca lo acepte, aunque nunca lo diga, aunque nunca encontremos el camino de regreso a lo que somos juntos por separado, aunque no sepamos decir no todavía, ni afirmarlo, está escrito...

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sábado, enero 20, 2007

Desde el espejo...



Dame una confusión clara, una sola duda razonable, algo más que un argumento seco y envejecido que el polvo ha ido carcomiendo con los años, un instante, por breve que sea, en el que la belleza se haga carne en el cuerpo ante una negativa...
Dime :¿Dónde está la belleza?, ¿En quién mira o quién refleja?, ¿Dónde está mi mirada cuando no está contigo?, ves aquello que cualquier ojo ve pero ¿Ves lo que ven los míos cuando te miro?, acaso, ¿Sabes que tan solo me asomo para ver que ves cuando me miras?, aún así no veo lo que ves si no me das una pista invisible que me lleve a tu mirada...
Déjame ciega si hace falta, pero no me devuelvas una imagen congelada que conozco de memoria, dame algo nuevo para ver, dame un gesto que quiera devolverte, dame una sonrisa que necesite mostrarte, sonríeme como quisieras que sonría, no soy lo que ves en mi más de lo que quieres tú mismo que yo sea...
Déjate ver en mi y me estaré mirando a mi misma...




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domingo, enero 14, 2007

Fórmula Uno...



Un nuevo día asoma, el desgano en vestirme no ayuda pero se vence, vencible como los reposos que no perduran, un descanso es un descanso y ya de espaldas a la cama todo sueño queda atrás, bueno o malo lo mismo da, reviso el desorden de mi habitación, eso siempre me empujará a la calle, al lugar en donde todo me es ajeno, propiedades privadas a la espera de mi voluntad, todo vuelve a empezar.
Observo con una desconfianza intuída el espejo retrovisor, reviso minusciosamente a diestra y siniestra, doy medio giro a un manojos de llaves oxidadas, siento el rugir de un motor desgastado por el desuso y la desidia, clama combustible mientras recorre venas de acero vacías, escupe humo, segundo tras segundo, con impaciente irresponsabilidad de entorno, solo quiere rodar por el pavimento que alguna vez desafió su suspención y le vió pisarlo con la majestuosidad de los campeones que no pertenecen a una categoría, la marcan con estilo y arrogancia, huellas que se precian, pagos por adelantado.
Ajusto cada comodidad ofrecida en un interior hecho a la medida de antaño, aseguro mi persona con las manos firmes a un volante que supo dirigirme a tierras nuevas, exploraciones infinitas, compañías de ruta y anécdotas para amaneceres de verano.

Me acostumbro al sonido y la vibración que el tiempo fué dejando a su paso, me veo conduciendo por calles infantiles, insospechados destinos, pisando el acelerador tímidamente, tanteando el freno, perdiéndome en la adrenalina de la quema de aceite con el poder de la dirección del camino en mis inexpertas extremidades, la mirada acechante como brújula y el corazón palpitando más de la cuenta como mapa de ruta.
Aumenta una velocidad que adolsece consecuencias, los cambios fluyen como un fuego inextinguible, todo es combustión y olor a caucho quemado, colisiones de frente contra objetos inamovíbles, física a prueba de choques, impactos profundos con heridas leves, lesiones como estandartes, cicatrices que se respetan y la meta como única visión, carreras con la muerte en honor a la vida y los laureles del sueño ante la propia victoria, como objetivo número uno, sin copiloto posible, asientos individuales para esta fórmula.
Los sonidos se alejan, los rostros se pierden, el borde del camino se desdibuja, la piel es todo erizo, todo ráfaga, el estómago se contrae, la respiración se dificulta, el casco molesta, el cinturón de seguridad asfixia, la inercia presiona, la soledad se manifiesta y el freno se vuelve una salida rápida, paradojas de las mayores distancias al menor tiempo posible, llegar es el fin, los laureles se sienten como coronas de espinas y ni fueron clavados a la sien todavía, la mirada se dispara al futuro a mayor velocidad que el vehículo y se pierde el valor, volver atrás ya no es posible, frenar, la muerte del que sigue y seguir la propia.
La adrenalina dispara miedo de alto calibre, el pavimento arde en la memoria, el público exige victorias que no le pertenecen como propias, mostrando los dientes al aullar, nadie conduce el momento, está a la deriva de un camino que no le es propio en verdad, la deseperación oprime el acelerador a fondo buscando una salida de emergencia, a los costados solo hay barreras de contención contra las que el impacto podría ser fatal, tal vez un desperfecto técnico podría asistirme sin pena ni gloria para bajar de esta locura sin sentido, un desperfecto y un tal vez, no hay más ahora.
LLevar la aguja del velocímetro a tope gastando las llantas en curvas cerradas antes de llegar a boxes, dos maneras de saltar con el coche en llamas, la gloria de morir en el intento y la falla ajena, espero la segunda opción como primera y corro el riesgo sin haberlo decidido en realidad, hasta donde llegue esta competencia estaré en primer lugar, lo demás será la próxima oportunidad, todo sea por la próxima oportunidad, la próxima meta es la mejor, respiro profundo y toco el piso con el pedal de mi derecha, sea como sea ya me voy.
Lo último que recuerdo es un cruce de caminos que huele a sangre, hoguera, abandono, poder y metas, porvenir de porvenires, pesadilla de conductores suicidas que despiertan al volante una y otra vez, el motor ya pide pista, dejo los espejos para la siguiente salida, embriague y primera, siempre primera, aunque sea esta vez...






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miércoles, enero 10, 2007

Poderes...
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Podría mirarte a los ojos y sin pronunciar una sola palabra dejarte adivinar mis secretos más oscuros...
Podría dejar pasar el brillo de mis anhelos y dedicártelos como en un hipnótico ritual de fuego...
Podria esperar paciente a ver en los tuyos las ansias más extremas por rozar un palmo apenas de mi piel dormida de caricias y colmada en manoseos...
Podría parpadear tímidamente para invitarte a acercar tu mano y detenerla abruptamente con firmeza, para disparar el más alto calibre de tus ganas con una negativa de inmortales consecuencias...
Podría bajar la vista y dejarte saber solo una lágrima, estremecedora, abriendo un abismo de misterio que te atrape como una fuerza centrífuga a la que tu física obedezca...
Ponerme a tus espalda para evitar tus ojos y abrazarte, como marcando el tiempo con mi respiración y tus latidos escribiendo partituras de un ritmo desconocido en un espacio abierto...
Sujetarte tan fuertemente para para impedir la cercanía, estando piel a piel, sin más sustento que mi voluntad y tu fantasía más secreta, hasta que la distancia se vuelva una prisión de sangre a punto de estallar en implosiones pasajeras...
Poner mi mano en tus labios para impedir que digas todo aquello que ya sé, pero que no quiero escuchar, dejándote perdido en una duda que se diluya en el serpentear de una caricia que baja lentamente por tu pecho, sin resguardo ante los límites de la carne que nos viste de una desnudez más absoluta...
Hacer que no te importe nada más que mi próxima movida y que no exista, alrededor nuestro, más ley que la mía, escrita en tu cuerpo con mis uñas, entre la firmeza de un desgarro y la tersura de una cura en heridas más internas...
Dejarte conocer el olor que desprende el miedo a sentir tu necesidad de mi como propia y confundir tanto los cuerpos que no puedas reconocer el lazo que los une, atándote en una libertad de sensaciones que oscurecan sentimientos, al punto de darlos por perdidos sin causa ni efecto...
Consumir tu voluntad de moverte siquiera un milímetro, por no romper el hechizo, mientras abro un camino de besos entre tu espalda y tus caderas silenciando todo razonamiento...
Mantenerme a salvo de tus manos con un brusco cambio de rumbo, desconcertándote al punto de perder la fuerza hasta en el aliento...
Susurrarte temblorosamente que te agarres con firmeza, antes de llevarte al vértigo de caer en mis redes más sublimes, tejidas con tus más absurdos sueños...
Ponerme de rodillas a tus pies, provocándote una culpa corrosiva y lisonjera, frente una sumisión de perversa inocencia, mientras te redimo del castigo más dulce al que te hayas pensado sometido...
No osarías imaginar otra boca que la que escuchasen tus oídos pronunciar tu nombre entrecortado, borraría todo antes y después de la humedad más mía que es la tuya, jugando con tu hombría hasta el límite extremo entre el placer y el dolor de sentirlo, sin el reparo de lo prohíbido, ni de lo ajeno...
Podría frenar todo movimiento tan de golpe que lo sientas un azote torturante, sin tocarte siquiera y detener así todos los relojes en un solo y único momento: el que no llega...
Podría esquivarte con violencia, tan infantilmente que tu miedo a lastimarme sea más poderoso que tus intenciones, enfrentándote a ti mismo, dando pie a una guerra en tus entrañas que no tenga tregua...
Fundirme en un abrazo frente a frente, buscando el beso mas tierno y largo que hayas dado, entre temblores y llanto, más allá de todo bien y mal conocebido y concebible por defecto de virtudes perecederas...
Disolver mi autoridad entre tus brazos, dejándome caer ante tus formas de protegerme, sin más remedio que el pulso desbocado de los dos, al unísono perfecto...
Implorar tu piedad sin que sepas dónde encontrarla para darme lo que pido a cualquier precio, aún el de tu propia vida que podría ser la mía en ese presiso momento, no sabrías si dejarme ir o retenerme con el cuerpo todo, convertido a estas alturas en un incendio premeditado y con alevosía...
Podría entregarme por completo y dejarte que hagas por primera vez una mujer casi perfecta, otorgándote de facto el poder absoluto de tu propio deseo...
Podría sí...
Pero no quiero...
He ahí mi poder...

...¿Podrías tú poder con él?




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Shhhhhhhhhhhhhhhh...


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