Sindrome de estocolmo...

No soy más que un personaje ficticio, la protagonista de un libro que no estoy escribiendo, soy todo eso que está en la imaginación de los espectadores de esta historia, unas letras acomodadas de tal manera que encajen en una serie de hechos aleatorios entretenidos, una actriz que cumple su papel por la fuerza que ejercen los hilos de un titiritero invisible.
Soy esa hija que sueñan tener unos padres que no son los míos, la esposa perfecta para otro hombre que no sea mi marido, la madre que quieren unos hijos que no he parido, la mujer que adoraría ser una mujer que no soy yo, podría ser una excelente amiga si no fuera por lo difícil que es hacer amistad con alguien que acepta mi papel con semejante desidia.
No puedo jugar los roles que me piden los otros personajes, cada vez que lo he intentado me salió tan mal que para cuando lo noté había perdido todo mi contexto y retomar las líneas cuando las páginas no están numeradas es desesperante, es como si alguien abriera la ventana y una novela que te llevo la vida entera, tipeada con una vieja máquina de escribir desencajada en papeles tan transparentes que no se pueden escribir en reverso, volara por toda la habitación, lo unico que queda por salvarla es no descansar, ni comer, ni soñar siquiera hasta que cada hoja esté correlativamente ordenada y para eso hay que leer todo de nuevo, una y otra vez si hiciera falta y volver a todos esos momentos, buenos, malos, mediocres, uno por uno mientras el tiempo fuera corre.
Cuanto más se tarda, más se pierde, hasta que se entiende que no se puede perder aquello que nunca se ha tenido en realidad, todo es ficción, una ficción que yo hubiera escrito de otra manera, no es mi ficción, si lo fuera la prendería fuego y volvería a empezar, pero yo soy parte de todo aquello que pretendería incendiar y en ningún lugar de la página que leo dice que tengo que encender una hoguera, no puedo hacerlo, no se me está permitido, si lo hiciera quemaría todo cuanto me rodea y mi personaje es incapaz de hacer daño intencionalmente, aunque lo acusen de ello más de una vez, yo conozco la parte del dialogo que me corresponde y está escrito entre paréntesis a modo de indicaciones del director para completar el perfil psicológico de mi representación.
A veces trato de mostrarle mi guión a alguién para que vea que tan cruel es el escritor, pero es tan cruel que está escrito que el otro actor no va a dejar de leer el suyo para ver en mis papeles, entónces abandono la puesta en escena, me siento en este maldito sillón y me niego a continuar, no voy a decir una sola palabra preescrita, no voy a mover un dedo, ni siquiera por mi misma, que siga el show, ¿A ver?, ¿Qué van a hacer ahora que llegue el bache que voy a dejar en mi parte?, ahora los quiero ver.
Claro, se abarata la novela y como en la televisión más mediocre del mundo, o matan al personaje de golpe por problemas de cartel, o lo que es peor te ponen en tu propia nariz uno que ni se le parece, un minuto, un minuto, que esa no soy yo, que cuando lo hacen con otro me da gracia pero eso que están haciendo conmigo no me gusta ni un poco, que me corre sangre por las venas todavía, y no parece darse cuenta demasiada gente del cambio y yo que creía que me querían en el escenario, que estúpida.
En un primer momento respiro tranquila, estoy fuera y se siente bien no tener que actuar, ser yo misma como me plazca, pero no dura mucho, el encanto se rompe a las doce de la noche y todo calabaza, el guíon sigue, solo que estoy en una puesta en escena muy secundaria, apenas un extra haciendo lo que millones y millones de extras hacen, ya no me apuntan los focos de los protagonistas, ni siquiera tengo iluminación que me asista, estoy de relleno, por no haber aceptado el papel principal y empezar a improvisar simplemente me reemplazaron y ahora las exigencias siguen pero son una especie de coro dónde no se distinguen las voces, no tenemos micrófono y no todos dicen lo que querrían decir, la mayoría dice lo que le toca al unísono y nos tapa.
Mis rebeldías en las lineas del dialogo se reducen a "No, otra vez no limpié la casa, no, no me bañé, ni me acuerdo cuando fué la última vez ¿Para qué si nadie me ve?, no, los chicos no fueron al colegio, me quedé dormida, ¿Para que los voy a mandar? pobrecitos, es una tortura al pedo, yo ya fuí y no hay nada trascendental ahí todo lo contrario, ¿Para qué voy a trabajar?, ¿Para ganar plata?, ¿Y después gastarla?, ¿Y después ir a trabajar?, ¿Y después gastarla?, si para lo único que quiero la plata es para no tener que trabajar, no voy a trabajar y para eso tengo que dejar de necesitar tener plata, yastá, no la necesito, con lo que tengo me alcanza por muy indigno que parezca, a mi me parece más digno que salir a vender no sé que cantidad de cosas que no estoy dispuesta a vender, no, no me cago en todo, me cago en mi misma, ¿No es mejor que cagarse en los demás?, bueno está bien si sentís que me cago en vos andáte, ¿Que querés que te diga?, ¿Que te voy a extrañar?, ¿No lo sabés a esta altura?, si ya sé que todos me dicen lo mismo, ¿Sabés cuántas veces tuve este mismo diálogo?".
Había una vez en la que quise ser escritora, para escribir mis propios diálogos, esos en los que digo lo que quiero y me dicen exactamente lo que espero oir, como ya de chiquita decían que era lo mío, de adolescente parecía demasiado adolescente, o lo que se conoce popularmente como una pendeja soberbia y meleducada, abandoné por cansancio y acepté que el papel que me tocaba no era ese, me duró hasta la primer borrachera en la que me desperté sin entender cuando había escrito lo que decían los papeles que estaban abajo mío, en el suelo del living de mi casa, claro que me costó un matrimonio, digamos que una botella de vodka vacía noche de por medio y una esposa que hay que levantar del sillón antes de que se despierten los chicos no es el sueño de un buen marido, tampoco era un buen marido lo que yo hubiera escrito para mi por lo visto, pero el show siempre continúa, con o sin ti, a escena se ha dicho.
Y bla bla bla bla bla bla, y bla bla bla bla bla bla bla, y más bla bla bla bla bla bla bla, en todo el barullo de voces y diálogos sinsentido pero con significado me parece oir que me dicen, "Lo tuyo es escribir", yo no lo dije, yo no lo escribí, escuché lo que creía que quería oir y no lo habia escrito, intuí en ese momento que no es lo mismo que te digan lo que querés oir a pedido, de todas formas nunca he sido una convencida en la eficacia de mi capacidad de intuición, se me paralizó el corazón, no, esperen un momento, no se me paralizó, empezó a latir, ¿Estaba antes de eso latiendo?, hacía tiempo que no notaba si tenía o no un corazón en el pecho o quizá tantas veces había escuchado que no lo tenía que ya me había convencido de ello.
Inmediatamente me senté en este mismo sillón, justo dónde estoy ahora y me puse a escribir, igualito a como lo estoy haciendo en este momento, no hacía nada más, me quedaba hasta cualquier hora tipeando y tipeando, me olvidé de limpiar la casa pero en cambio tenía algo bueno con que justificarlo, ni tiempo de bañarme me quedaba pero eran tan sensuales mis poemas que no importaba, me quedaba dormida para llevar los chicos al colegio, pero como a lo mejor metía un libro como materia de estudio en un tiempo lo mismo daba, no tenía que verle la cara a ningún jefe porque no era que no trabajaba, era independiente, mi tiempo era una inversión a futuro, un futuro compartido por una vez, eso era todo lo que necesitaba para ser escritora sin condicionar la vida de nadie y todo por un par de estúpidos poemas que ni recuerdo haber escrito y escondí después de que me llevaran al psiquiatra por eso mismo.
Cada vez que le mostraba a alguien mis argumentos todo era halagos y fascinaciones y proyectos, un sueño por hacerse realidad, cada vez que continuaba con mis escritos los releía en voz alta para corregirlos, puntos, comas, acentos, con todo eso me ayudaban, nunca supe bien de reglas y esta no iba a ser la excepción, el argumento era mío y solo mío, personajes, paisajes, dialogos, mentiras, había muchas mentiras, esas cosas que escribía no existían en la vida real, no podía mentir así y menos venderlo, me iba a tranformar en el personaje más cruel de esa historia, el titiritero.
Tenía que ser uno de mis personajes para evitarlo, para eso tuve que empezar a meter en mis historias a las personas que me acompañan, yo no sería yo sin ellos, a muchos no les gustó el papel que les dí y se fueron, tenía que dejarlos ir, ¿Quién sería si les coartase la libertad de acción?, podría haber escrito un libro en el que todos fueran felices para siempre pero necesitaba que lo fueran para eso, solo se quedan a mi lado quienes creen que soy una buena escritora, esa es mi peor mentira, no puedo terminar un libro en el que el final de las personas que amo sea triste y no quiero mentir, ni decepcionarlos a esta altura de las circunstancias, los decepcioné tantas veces que ya casi no los puedo mirar a los ojos cuando hablo y hablo y hablo de todo aquello que no soy capaz de hacer, como ganando tiempo para que se queden un ratito más en esta farsa para no sentirme sola, atrapada en un cuento de nunca acabar.
No soy más que un personaje ficticio, la protagonista de un libro que no estoy escribiendo, soy todo eso que está en la imaginación de los espectadores de esta historia, unas letras acomodadas de tal manera que encajen en una serie de hechos aleatorios entretenidos, una actriz que cumple su papel por la fuerza que ejercen los hilos de un titiritero invisible.
...cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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